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Arquitectura post coronavirus: diseño adaptable y construcción circular

Hoy publicamos este artículo escrito por Miren León, arquitecta especializada en diseño sostenible y eficiencia energética, actualmente envuelta en los entresijos de la economía circular

Después de casi tres semanas de confinamiento, si algo tenemos claro es que lo que definimos como “vuelta a la normalidad” va a ser una realidad diferente El parón económico va a llevarse por delante muchos empleos, y para recuperar la demanda del consumo habrá que transformarlo todo en más más competitivo, más eficiente y por supuesto más sostenible. Y la construcción no se puede quedar atrás.

Estos días de cuarentena nos están demostrando cuales son los sectores imprescindibles, y cuáles son los que deben reinventarse. También nos confirman que las emisiones de CO2 bajan si reducimos los desplazamientos y hacemos uso del teletrabajo. Pero además nos están mostrando que quizás nuestros edificios no están del todo adaptados a estos cambios, y al futuro próximo. Y no es la primera vez que pasa esto.

La vivienda siempre ha intentado adaptarse a las necesidades de la población, y cuando éstas o sus costumbres sociales cambian, es también cuando surgen ideas de transformación. De hecho, fueron otras epidemias, entre ellas la del cólera, las que hicieron repensar el concepto de ciudad, diseñando ciudades más higiénicas y funcionales como la Barcelona del s.XIX. Por lo tanto, no sería demasiado arriesgado afirmar que el diseño de nuestras viviendas y edificios va a cambiar tras esta crisis.

¿Y en qué van a cambiar? Algunas de las medidas higiénicas que se han impuesto para luchar contra el coronavirus, como pueden ser el lavado de manos frecuente y la desinfección de superficies, seguirán durante un tiempo con nosotros, y se llevarán por delante todos aquellos pomos, grifos de giro y mecanismos de apertura que no nos permitan su uso automático o con el codo. Esta es una medida más accesible y además muy sencilla, que acabará por instaurarse en todo tipo de espacios. Así mismo, se investigará más en materiales, buscando los que proporcionen una mejor desinfección, sobre todo en áreas de uso público.

En cuanto a las viviendas, el confinamiento nos ha hecho comprobar lo importante que es disponer de un espacio exterior, orientación a la calle, ventilación cruzada, y capacidad de adaptación para poder, en caso necesario, disponer de un espacio de trabajo o aislar a un familiar enfermo leve en nuestra propia casa, de modo que no se contribuya a la saturación del sistema sanitario. Actualmente ya hay varios decretos de habitabilidad de ciudades que están siendo revisados, pero estoy segura de que muchos de ellos tendrán en cuenta las incidencias de esta cuarentena para modificar las condiciones mínimas de habitabilidad y conseguir viviendas mucho más flexibles y adaptables a los cambios.

Si hablamos del parque edificatorio, la cuarentena nos ha pillado fundamentalmente en viviendas existentes y en época invernal, por lo que podemos ratificar la importancia de un buen aislamiento que evite las pérdidas de calor. Quizá este sea el repunte de la rehabilitación energética de la edificación existente, mediante envolventes térmicas. Tal vez sea necesario utilizar stock local o incluso materiales de segunda mano, para lo que será imprescindible comenzar a instaurar el PAS-E, (el pasaporte del edificio) para saber qué recursos tenemos disponibles en nuestra zona.

Además, hemos comprobado la viabilidad de construcción de edificaciones temporales desmontables para uso hospitalario, al igual que la reconversión de recintos feriales y hoteles como recintos sanitarios improvisados. El cierre de fronteras temporal nos ha obligado a cambiar procesos y utilizar impresoras 3d para crear máscaras de protección, o cambiar la producción de grandes empresas en tiempo récord para para fabricar materiales sanitarios a partir de su propio stock de material (respiradores de SEAT a partir de motores de parabrisas, o geles hidroalcohólicos a partir de componentes de cosméticos en L’oreal o Grupo Puig, entre otros) evitando burocracias que prolongan los plazos en ocasiones indefinidamente. Hemos visto que sí, que no es una utopía, que se puede conseguir. ¿Por qué no cambiamos nuestros procesos y costumbres entonces? Tal vez por intereses de algunos pocos. La cuestión ahora es si queremos continuar de esta manera.

Puede ser que todo esto suene un poco descabellado, pero en realidad, solo he mencionado algunas de las diferentes técnicas que ya se utilizan para diseñar con los principios de la economía circular y que son las que nos van a cambiar el futuro de la arquitectura y la construcción: accesibilidad, selección de materiales, reutilización, diseño por capas, diseño sin residuos, diseño para la adaptabilidad, diseño para el desmontaje, impresión 3d y upcycling. La pena es que haya hecho falta que llegue una pandemia para que nos demos cuenta. Solo espero que aprovechemos la situación para cambiemos nuestra forma de diseñar y construir. Ya lo decía J.F. Kennedy, la palabra “crisis” en chino se compone de dos caracteres: peligro y oportunidad. Y eso es lo que nos brinda esta situación extraordinaria, peligro, pero con una gran oportunidad de cambio.

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