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La Arquitectura en la era post-COVID19: la readaptación de los espacios

Quizás el Covid19 sea un agente pasajero o quizás esté con nosotros el tiempo suficiente como para hacer modificar nuestros hábitos de vida. Estos días leía sobre la resiliencia, que es según la RAE “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.

Desde que la humanidad existe sobre la tierra, se han vivido etapas que nos han obligado a reinventarnos a nivel social, económico y por su puesto arquitectónico y esta puede ser una de ellas.

Aprendimos a vivir en cuevas y aprendimos a modificarlas y adaptarlas, y esto no queda tan lejos como pensamos, ya que tenemos ejemplos recientes como la capadocia, o más cercanos como las cuevas situadas en las Islas Canarias.

Tras las pandemias que durante siglos han azotado al mundo como la peste, la polio, la fiebre española, etc. La humanidad ha sido capaz de adaptar sus viviendas, edificios y espacios de relación. Tenemos como ejemplo las nuevas ciudades que se crearon en Inglaterra debido al cólera, el plan Haussman en París debido a las guerras, épocas de hambruna o sublevaciones y sin ir tan lejos las adaptaciones de las ciudades americanas para solucionar condiciones insalubres.

A principios del siglo XX (1933) se celebró el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) para crear un manifiesto urbanístico sobre la arquitectura moderna, lo que conocemos como La Carta de Atenas. Arquitectos internacionales, entre ellos Le Corbusier intentaron sentar las bases de una nueva arquitectura y un nuevo urbanismo debido principalmente a las condiciones insalubres de las viviendas y del espacio público. Hoy, casi 100 años después, seguimos con esa herencia y el covid-19 ha venido para cambiar ese modelo.

Nos enfrentamos a una situación de reflexión y cambio obligada.

En muy pocas ocasiones la humanidad se ha visto obligada a confinarse durante meses en sus viviendas. El que más o el que menos durante este tiempo las ha readaptado en función de las posibilidades que tenga la vivienda y sobre esto y otros edificios debemos hacer una reflexión.

El covid-19 ha obligado a la reclusión y a la readaptación. Y ha puesto aún en más valor (si es que aún no lo estaban) las comunicaciones y ha puesto a examen los espacios (interiores y exteriores) además de las medidas de limpieza y descontaminación.

El valor de la comunicación desde el hogar

El primer valor que he comentado es el de la comunicación. Si esta pandemia nos ocurre hace 20 años, el desastre tendría dimensiones siderales, pero afortunadamente disponemos de unos medios de comunicación asombrosos. Y estos medios de comunicación van a readaptar el espacio de los edificios

Durante este periodo de reclusión, nos hemos dado cuenta que todo está en una pantalla de 52” con conexión a internet: televisión, cine, gimnasio, colegio, y hasta los amigos o la familia para una cena. (esto ya nos hace pensar en disponer de un espacio flexible y modulable entorno a los dispositivos audiovisuales). En esta época de confinamiento al menos he cenado dos veces en un mes con personas que viven lejos y que sin el covid19 no hubiéramos cenado ni siquiera en una ocasión al año.

Las dimensiones y la rigidez de los espacios

El segundo valor son las dimensiones y la rigidez de los espacios. El 99% de la sociedad dispone de viviendas con espacios rígidos y con usos claramente asignados: salón, cocina, dormitorio, baño, etc. Es cierto que la alternativa antagónica son los loft o espacios abiertos que carecen de privacidad y que te obligan a desarrollar todas las actividades en un mismo espacio. En épocas de confinamiento no creo que sea sano a nivel mental pasar los días y las horas en una misma habitación.

Obviamente, las viviendas requieren de una revisión profunda. Desde hace años, los arquitectos ya no sabemos hacer casas debido a las presiones inmobiliarias, a la rigidez de las normativas y a las exigencias de los promotores y esto ha quedado de manifiesto en esta pandemia. Lo que ya existe se deberá mantener y readaptar, pero lo nuevo tiene que ser repensado. Quizás tengamos zonas de descompresión propias de la vivienda de dimensiones aceptables (terrazas de más de 5m2) y luego dispongamos de una serie de espacios comunes escalonados según ocupación, por ejemplo, espacios de máxima ocupación social como las piscinas, zonas de juegos (clausurables en épocas de pandemia) y un segundo nivel de terrazas compartidas entre varios vecinos (no clausurables en épocas de pandemia ya que se podrán usar de manera puntual y controlada)

¿Por qué se han cerrado las terrazas de los pisos? Sencillo, porque ni el salón ni la terraza tienen dimensiones ni de salón ni de terraza.

La limpieza y descontaminación de los espacios: restaurantes, hospitales

El tercer valor son los espacios tratados desde el punto de vista de la limpieza, descontaminación o libres de contagio. Es cierto que dependiendo de cómo sea el agente que nos ataque nos contagiaremos de una manera o de otra, pero principalmente cuando se trata de relaciones sociales, las principales fuentes de contagio son las vías respiratorias. Encontrar un equilibrio entre cómo evitar el contagio y la limpieza en los espacios es algo que indudablemente van a condicionar los nuevos espacios.

¿Qué sentido tiene un restaurante con mamparas si luego te juntas en el baño?

Como ya ocurriera a principios del siglo XX con los incendios, principalmente en ciudades como Chicago. Los edificios terminaron por incorporar novedosos sistemas de extinción (hoy en día completamente interiorizados). Quizás el covid-19 nos lleve a instalar en los edificios sistemas de descontaminación de espacios mediante el uso de ozono nebulizado o similar, presurizando y despresurizando espacios según vayamos necesitando. Imagino supermercados con pasillos encapsulados con un aforo máximo de 5 personas, pasillos presurizados, controlados por puertas automáticas y sistemas de descontaminación.

Establecimientos con el sello #covidfree.

Después de ver hospitales completamente saturados, con gente enferma, vulnerable y contaminada por los pasillos, hago la siguiente reflexión.

¿Qué sentido tiene disponer de salas de urgencias y de espera enormes?

Las urgencias son uno de los puntos de acceso a un hospital junto con las consultas externas y los hospitales de día. Si la gente se localiza en salas de esperas, el individuo que no estuviera contaminado, por el mero hecho de entrar en una sala de espera ya se expone muchísimo a la infección.

Quizás los hospitales del futuro ya no dispongan de salas de espera físicas y si virtuales. Si ponemos la tecnología a nuestra disposición, podemos hacer que las salas de espera sean nuestras propias viviendas, informaremos al hospital de que vamos a ir a urgencias, también informaremos de nuestra patología y de la distancia a la que nos encontramos del hospital. Estos 3 valores ayudarán al hospital y al médico a realizar el triaje pertinente, reduciendo incluso minimizando el tiempo de espera en la sala de urgencias.

Si cuando pedimos comida a domicilio sabemos que el “rider” está a 5 minutos de casa, ¿Por qué el hospital no puede saber que un paciente que necesita una placa está a 5 minutos de entrar en el hospital?

También imagino box de espera encapsulados y diseminados por el hospital con tecnología para comunicarse con el paciente y poder hacerle un primer análisis, así como avisarle de su turno para el tratamiento. Una vez liberado dicho box, se autolimpiará.

¿Por qué un horno con pirolisis se limpia solo y un box no? Y esto me lleva a los ascensores. Los ascensores de la era postcovid, se activarán con la voz y con tecnología de localización. Cuando el ascensor detecte que no hay presencia, llevará acabo un proceso de desinfección

Espacios de trabajo readaptados

Nuestros espacios de trabajo obviamente se van a ver afectados y readaptados. Hemos pasado de las oficinas con despachos y cubículos a las oficinas tipo open space. ¿realmente en la era post-covid los espacios abiertos van a ser más seguros?

Lo que es indudable es que el covid19 ha traído el teletrabajo y con él la tecnología aplicada al trabajo a distancia. Este hecho va a obligar a modificar el espacio que actualmente conocemos: espacios más confinados, estancos, auto limpiables, con espacios altamente equipados con tecnología para la comunicación (videoconferencias, hologramas, cromas, etc).

El aforo indudablemente se verá afectado y gracias al teletrabajo se podrán segregar los equipos de trabajo, para que parte del equipo trabaje martes y miércoles y otra parte miércoles y jueves. De esta manera disponemos de espacios de oficina más reducidos, con intervalos de más 24h vacíos (tiempo suficiente para la descontaminación). La flexibilización del espacio ya estaba empezando a ser una realidad con compañías tipo wework o similar. Hoy podemos necesitar 2000m2 y la semana que viene tan solo 500 m2 y esta manera de trabajar va a modificar el espacio.

Por un lado, parece que aumentará los costes, pero es cierto que las superficies necesarias serán menores. Al disponer de menos personal presencial, los costes eléctricos y climáticos serán menores.

Los nuevos restaurantes o el take away

Es cierto que vivimos en una sociedad que se basa en las relaciones personales e indudablemente tendrá que seguir siendo así ya que el ser humano es social y la sociedad es nuestra base para existir. Pero como apuntaba antes, el covid19 y la tecnología nos ha permitido cenar con amigos que residen a cientos de kms de distancia en varias ocasiones. Hemos acostado a los niños, hemos puesto una mesa bonita, una cena trabajada, una botella de vino y hemos pasado veladas de horas hablando y riendo. Algo que en la era precovid jamás hubiéramos hecho. Y esto me lleva a repensar los restaurantes.

Indudablemente el take away lleva tiempo instaurado y el covid19 lo ha cimentado. Este hecho irremediablemente va a modificar los espacios de los restaurantes. Al igual que las oficinas, el espacio se verá modificado y se hará una reflexión sobre si realmente es necesario disponer de un local con mesas servidas por camareros, etc… como en la era precovid o si podemos reducir espacio y empezar a servir a domicilio garantizando la calidad del servicio en el local y máxime cuando tus clientes ya prefieren tener una cena servida en casa que ir a un local a cenar con el miedo al contagio.

Quizás podamos crear un diverxo en casa con un pack de comida y unas instrucciones de preparación en el domicilio por un importe muy inferior a los 200€/persona.

Muchos recordareis que cuando éramos pequeños, era habitual que tus padres te dijeran… hoy cenáis, os poneis el pijama y una película y no molestéis que tenemos visita para cenar.

Es probable que volvamos al pasado, pero de manera telemática. Ahora no hacemos cenas en casa de 15 personas porque no disponemos de salones con dimensiones suficientes, pero ahora ese espacio ya no es necesario, basta una conexión a internet, un buen software de comunicación, una buena cena y buena compañía, ah y una sola mesa con dos sillas y un monitor.

En definitiva, todo esto que hoy parece una utopía, si la vacuna del covid tarda o no llega, serán medidas que empezaremos a implementar y nos afectarán en cosas tan cotidianas como abrir una puerta.

¿Quién no se ha descubierto a sí mismo en estos tiempos abriendo las puertas de la comunidad con el codo, el pie, etc? Si el covid19 afecta al espacio, también afectará a su acceso. Los fabricantes de puertas manuales, tendrán que rediseñar y readaptar los mecanismos de apertura de las puertas. Manivelas de pie, pulsadores de codo o mecanismos tipo click, que se activan con la presión.

El espacio público quizás sea el que menos se vea afectado, en mi opinión es la mejor herencia que tenemos desde la Carta de Atenas, aunque no está exento de revisión.

Esto no deja de ser una reflexión de hacia dónde nos podemos encaminar. Es muy probable que ninguna de estas ideas se lleve a cabo, pero lo que si que es seguro que otras sí que lo harán y que la humanidad y sus espacios se verán modificado y estaremos aquí para verlo.

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