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En el contexto de la pandemia, el diseñador Bobby Rastalsky armó, desde su propio hogar, un sistema de casas panelizadas. Éstas pueden ser transportadas en un tráiler hasta el terreno del cliente

¿Quién no fantaseó en su infancia con armar su propia casa? Arriba de un árbol, de madera. Con sábanas y almohadones, en el cuarto. De bloques de madera, o con piezas de encastre. Así de simple y sencillo, la arquitectura actual tiende a sistemas constructivos en seco, con poca mano de obra, apuntando a una alta eficiencia en cuanto a tiempos y recursos utilizados. E inclusive con la posibilidad de que las termine de armar el mismo usuario.

En los países del norte se trata de un sistema ya consolidado. Aquí, la modalidad está en crecimiento y teniendo en cuenta la pandemia, y la necesidad del distanciamiento social, promete instalarse y traer soluciones. El diseñador Bobby Rastalsky es uno de los pioneros en sumarse a la movida. A raíz de la cuarentena y de un pedido personal, ideó un sistemas de casas panelizadas que puedan ser terminadas por el cliente. “Una amiga con una situación complicada, separada y sin mucho dinero, me pide hacer una casa cerca de donde vivo yo en un terrenito que ella tenía. Como no podía trabajar con mucha gente, me manda unos pesos y empiezo a construir paneles en casa. Después con un tráiler los llevé y la armé ahí. Toda la estructura de la casa la hice yo en mi propia casa. Una casita de 20 metros cuadrados con un entrepiso”.

A partir de esta primera casita, a Rastalsky se le ocurrió repetir el concepto y armar una empresa pequeña, Epidemie, que construya este tipo de espacios tanto para vivir como para trabajar, estudiar, o como espacios para los más jóvenes. “Unos amigos del sur, a los que ya les había armado un centrito comercial, me están pidiendo este tipo de casas, ya más grandes, en los alrededores de Villa Langostura. La idea es hacer todo acá y mandarle las casas pre armadas en paneles. Este es un proyecto de más metros pero con el mismo concepto”.

Las construcciones en seco, ideadas por Rastalsky, cuentan con un piso suspendido, son sustentables y muy fáciles de amar ya que vienen con un kit e instrucciones de armado. “Uso madera autóctona, de la zona, de producción y muchos materiales que reciclo: chapas, puertas, ventanas y manijas viejas. El baño, como los que se usan ahora, funciona por decantación donde las aguas se van transformando de sucias a limpias. Y la idea es ponerles paneles solares para generar electricidad, calefones solares, y hacer acopio de agua para filtrarla y potabilizarla. Son autosuficientes y sustentables en cuanto a los materiales y en su operatividad”.

Las casas ideadas por Rastalsky son construidas en seco con madera de la zona, y materiales reciclados como chapas, aberturas, puertas, manijas viejas. Las casas son sustentables y pueden ser armadas por el propio cliente

Rastalsky cree que, más allá de la pandemia, los sistemas constructivos en seco son lo que se viene. “En Europa ya no se habla de ladrillos y las casas se miden por la pérdida térmica. Cuidándola de la fuga térmica, se logra calefaccionar con muy pocos recursos. La construcción en seco es la tendencia mundial”. Para el emprendedor no hay otra manera de construir que no sea en seco por sus ventajas en cuanto a tiempos, optimización de recursos y funcionalidad. “La casa levantada del piso, para evitar humedades. Con cañerías por debajo de la casa. Si se rompe algo, abrís un panel y lo cambias. Con instalaciones eléctricas a la vista para poder solucionar en el momento cualquier problema. Hágalo usted mismo, es un poco el concepto”, finalizó.

Modul.ar es otro emprendimiento, nacido en pandemia, y que tiene la misma filosofía de base: construcción en seco, rápida, y más inteligente. El arquitecto Juan Rey Obligado, uno de sus creadores, explicó a Infobae: “La idea surge ante la urgencia cada vez mayor, y puesta en evidencia en este tiempo de pandemia, de nuevos espacios habitables y alternativas a la construcción tradicional. Queríamos crear un sistema que pudiera armarse en pocos días, con consciencia del uso de los materiales y la mano de obra justa, dejando atrás la idea de obra húmeda que lleva mucho tiempo, genera desperdicios de material y tiene costos difíciles de calcular”.

El emprendimiento propone módulos de pocos metros cuadrados, que se fabrican sobre el terreno en menos de un mes, y se adaptan a las necesidades de los clientes. Los paneles llegan listos a la obra y se arman como un rompecabezas entre 2 o 3 personas. “Respetando la medida de los materiales prefabricados, reducimos los tiempos, el gasto operativo, el transporte y la mano de obra. Evitamos el desperdicio y hacemos más efectiva la construcción lo que lleva a un proceso más sustentable. Los módulos pueden ser usados como complemento de una vivienda, oficina, taller, estudio o incluso plantearse como un hogar en sí”, describió el emprendedor. Y finalizó: “Si bien la manera tradicional de construir en Argentina es el ladrillo, hoy la tendencia es la construcción en seco. Es más amigable con el medioambiente y, con un buen diseño, hasta más económica. En el mundo ya son tendencia los micro espacios, la portabilidad, y la flexibilidad de ambientes. Nosotros creemos en una construcción basada en estos pilares y vemos que cada vez más personas quieren construir de esta manera”.

Luis Di Palma, CEO de Steel Tech Group, se unió al debate y agregó: “Dadas las circunstancias sanitarias, el Steel Framing juega un rol clave. Es un sistema que, desde los materiales mismos que utiliza, garantiza distanciamientos aceptables que evitan la proliferación de los contagios. Por poner ejemplos concretos, una placa de yeso que es manipulada entre dos personas los mantiene alejados a más de 2,50 metros de distancia. La construcción de una vivienda de entre 60 a 100 metros cuadrados, puede ser construida en tres meses con una dotación de no más de cuatro personas simultáneamente en obra”.

Las unidades modulares son versátiles y se adaptan a los diferentes usos que quiera darle el cliente. Pueden servir de anexo y de lugar adicional a la vivienda

Di Palma coincide en que estos sistemas constructivos facilitan y promueven la construcción rápida, eficiente y con menores desperdicios. Además de minimizar los movimientos de vehículos con materiales o con desechos, evitando traslados excesivos que puedan poner en riesgo la salud de sus trabajadores. Con respecto a la demanda en ascenso de este método, argumentó: “El Steel Framing tiene mucho por delante en la construcción de viviendas en nuestro país. Su velocidad constructiva y su excelente aislamiento térmico son las principales características distintivas por las que el cliente cada vez más lo solicita. Si a esto le sumamos que su costo constructivo es totalmente competitivo con el ladrillo, su participación en el mercado de la construcción en Argentina debería tener un gran crecimiento”.

Por último, explicó cómo se replicó en el sur del país. “Todas estas ventajas del steel framing fueron las que históricamente lo hicieron ser tan exitoso en esta zona. En la Patagonia el costo de la mano de obra y la logística es mayor que en el resto del país. Esta situación dio lugar a este sistema constructivo por ser más eficiente, de poco personal en obra y de plazos mucho más cortos. Y dadas las circunstancias sanitarias actuales puede ser una excelente solución para el resto del país”.

El sector industrial fue de los menos afectados durante la primera mitad del año no solo por el tema de e-commerce, en el norte del país también hay bajas tasas de desocupación (vacancy) por su enfoque en la manufactura de exportación. Ahí hay mucha actividad en el sector automotriz, electrónico, farmacéutico y de equipo médico, y“esos sectores en general se han mantenido sanos”, dijo en entrevista Rafael McCadden, director Industrial y Logística, de Colliers International.

Mencionó que en Ciudad de México y Monterrey ha habido una ocupación interesante impulsada por el comercio electrónico, “esa tendencia va muy bien con un precio de renta que se han mantenido alrededor de 5.0 a 5.50 dólares por metro cuadrado al mes.

Con la firma del TMEC y la reapertura de las plantas automotrices (siguiendo los protocolos de seguridad), el Bajío está resurgiendo, y eso “es muy buena señal”. Si bien esta región depende del sector automotriz, el de alimentos es muy importante y no se ha visto lastimado en ningún sentido, puntualizó Rafael McCadden.

Las tasa de vacancia a nivel nacional está entre 2.7 y 7.5 %, de acuerdo con Colliers. El consultor explica que el 7 % muestra un mercado equilibrado entre oferta y demanda, en general. “El mercado industrial está con baja desocupación, y ciudades como Tijuana y Ciudad de México están abajo del 3 % de desocupación”.

Tras puesta en marcha del TMEC, “vienen varios años muy positivos” para los desarrolladores del norte del País. Lo anterior, revela la “necesidad de que se construya más para tener mayor oferta hacia los posibles usuarios”, de acuerdo con McCadden.

Además alienta la inversión en este sector. Gerardo Ramírez, SIOR director Regional Industrial de JLL México comentó que el mercado de capitales “sigue muy activo”. Recuerda que en 2019, con todo los problemas económicos que ya existían, se vendió un portafolio de cerca de 800 millones de dólares (mdd) que compró FUNO. Y sigue la venta de portafolios, aunque de menor valor.

La operación a la que se refirió Gerardo Ramírez ocurrió en noviembre pasado cuando Fibra Uno adquirió el portafolio industrial desarrollado por FINSA, en asociacióń con Walton Street Capital, de 1.2 millones de metros cuadrados, en 841 mdd. La operación comprendió un portafolio de 74 edificios industriales, distribuido en 9 estados, además de un millón de metros cuadrados de reservas territoriales en mercados estratégicos, y fue considerada la más importante en América Latina.

“La inversión no ha parado por el interés que hay en Ciudad de México y porque además la industria ha sido muy resiliente ante estas dos crisis: la devaluación del peso frente al dólar y la pandemia de Covid-19”. Los inversionistas voltean a ver la industria porque es una inversión segura, expresó Ramírez.

“La expectativa es positiva porque hay algunos proyectos que entraron en pausa por el tema del coronavirus, pero ahora ya estamos trabajando más que antes 2020. Entre los proyectos que se están reactivando, más los proyectos nuevos, el sector está sano y en crecimiento, sin duda, el segundo semestre será mejor que el primero”, aseguró Rafael McCadden, quien se refirió a algunas tendencias que están modificando este sector y mostrando su músculo resiliente:

1. Arrendamientos en pesos. Las empresas dedicadas al comercio electrónico prefieren rentar en pesos, aunque los desarrolladores tienen preferencia de que se les pague en dólares, por el tipo de fondeo que tienen. A pesar de ello, sí hay una tendencia a que haya más arrendamientos en pesos en el mercado logístico, sobre todo en el centro el país. En la zona norte siguen predominando las rentas en dólares.

2. Fenómeno nearshoring. La consultora Deloitte señala que la pandemia provocará cambios en la selección de empresas proveedoras modificando la orientación hacia empresas locales o de geografías cercanas. Por otro lado, Colliers se refiere a que la afectación en la cadena de suministro de China hacia Estados Unidos está empujando a las empresas a buscar cadenas más resilientes, más robustas y que tengan menos fallas, y con la firma del TMEC y la pandemia, México es el destino lógico para nuevas inversiones que ya estamos viendo. Tanto empresas americanas, europeas y asiáticas buscan reubicarse en México para tener cadenas de suministro más resilientes. Esa tendencia es de largo plazo. Hoy empezamos a ver empresas que se están acercando, pero hacer un cambio en una cadena de suministro es algo que tarda años. Sí hay optimismo de que eso va a generar inversión, exportación, empleos, pero no va a pasar en el corto plazo.

3. Opciones de financiamiento. A pesar de lo que vivimos, los desarrolladores industriales buscan seguir construyendo y ofreciendo naves industriales debido a la baja tasa de vacancia y creciente demanda, y lo están logrando con opciones de financiamiento como los CKDS.

4. La última milla. Cada vez la naves industriales que se construyen o reconvierten son cada vez más logísticas y menos de manufactura. Esto ante la alta demanda de consumidores y la necesidad de que los productos lleguen lo más rápido. La idea es estar más cerca del cliente para entregar más rápido, fenómeno que se conoce como la última milla, que consiste en poder tener centros de distribución dentro de la ciudad, lo que también esta ocasionando que cada vez se unan más el retail y la actividad Industrial. Estamos observando la tendencia de que los mismos centros comerciales funcionen como centros de última milla para llegar más rápido al consumidor.

5. Automatización. El mercado Industrial está teniendo tendencias interesantes hacia la automatización y robotización, coinciden Deloitte y Colliers. Esta tendencia demanda naves más altas, lo que impulsa la construcción de nuevas naves. El mercado sigue modernizándose por el empuje tan importante en toda la robotización y automatización en manufactura y logística.

En estos tiempos difíciles, los productos del diseño y la arquitectura se transforman muy pronto, pero el ejercicio y la enseñanza de estas profesiones no parecen hacerlo con la misma velocidad. Puede que pasemos de la enseñanza y el trabajo presencial al remoto, pero este es un cambio de forma, impuesto y reactivo; no es un cambio sustancial, ni voluntario, ni propositivo. Han sido tan difíciles los tiempos que nuestros cambios se dan con el acomodo, la resignación o el padecimiento de la situación.

En cuanto a los nuevos productos para los tiempos de crisis, están surgiendo conceptos para respaldarlos y diseños ingeniosos y bienintencionados para formalizarlos; pero desafortunadamente la gran mayoría de estos conceptos y diseños que aparecen en la prensa o en las cuentas de Instagram de arquitectos y diseñadores, se van a quedar en el espacio virtual o en el papel.

Como pinta la cosa no habrá presupuestos ni clientes que los comisionen, desarrollen o edifiquen. Por lo tanto, no es suficiente que por estos tiempos cambiemos el objetivo de nuestros productos; que dejemos de diseñar centros culturales u objetos ornamentales, y comencemos a diseñar unidades de cuidados intensivos y máscaras de protección; o que dejemos de diseñar ciudades para la movilidad y comencemos a diseñar ciudades para la equidad. En estos tiempos el ejercicio de nuestras disciplinas requiere ajustes estructurales.

Durante siglos y alrededor del mundo nuestros principales desempeños en estas disciplinas de la creación material se miden, se pagan y se valoran por los productos que diseñamos; por nuestra capacidad creativa al servicio de la producción material. Sean productos de moda, calzado, mobiliario, objetos utilitarios u ornamentales, viviendas, espacios públicos o edificaciones; se trata de una producción que depende, como otras en apuros, del consumo de bienes.

Por supuesto que en estas disciplinas hay excepciones y a estas excepciones me quiero referir. Los tiempos difíciles demandan que pongamos nuestra atención, orientemos la formación y el ejercicio de estas profesiones creativas hacia otros escenarios. Invito a los arquitectos y diseñadores a que de manera urgente y contingente pensemos nuestras profesiones no en función de los productos que podemos diseñar sino en función de los servicios que podemos prestar.

Tras la guerra de los Balcanes, Arquitectura para la Humanidad convocó a un concurso de vivienda transitoria para la población que regresó a Kosovo y que encontró todo en ruinas. La mayoría de propuestas constaba de ingeniosos y originales diseños, todos ellos impecablemente presentados. Una, sin embargo, era muy diferente y por esta razón llamó toda mi atención. En la plancha estaban dibujados en grande un teléfono móvil y una caja de herramientas. La firma de arquitectura que realizó la propuesta estaba ofreciendo a la población de Kosovo algo más que un producto de diseño; estaba ofreciendo sus servicios en diseño por el tiempo que fuera necesario y con las particularidades que cada caso demandara.

Estos tiempos ameritan que sin dejar de pensar en productos que con fines benéficos o solidarios alguien quiera desarrollar o edificar, prioricemos los servicios que podemos ofrecer. Puesto que ya no podremos contar con comisiones de 10 cifras, tendremos que poder hacer diseño y arquitectura con poco y para ello se requerirá una combinación de recursividad y creatividad.

Mi propuesta es que ofrezcamos nuestros servicios para adecuar a las circunstancias la producción material existente. Y aquí no me refiero a remodelar. Me refiero a re-pensar los bienes de consumo que nos rodean. Habilitar, por ejemplo, espacios y objetos existentes para la producción y consumo seguro de los alimentos, para lidiar con el hacinamiento, para garantizar acceso a servicios básicos, para el trabajo productivo y a distancia, para el confinamiento, la distribución, la desinfección, para la prestación de servicios varios en domicilios, toma de muestras, honras fúnebres, formación remota, juegos infantiles, practicas deportivas, etc.

Propongo además que no consideremos que el fin de nuestros esfuerzos termina con los diseños en el papel y que prioricemos la ejecución con nuestras propias manos o mediante asesorías remotas en procesos que van desde la consecución de materiales disponibles y reutilizables, la optimización de las cosas que nos rodean hasta la concreción espacial y material de nuestras necesidades cotidianas mas urgentes.

Lo que les propongo no es nuevo. Hay movimientos y colectivos que de manera marginal lo hacen. Durante años y con un grupo interdisciplinar de docentes colegas desarrollé talleres de formación en diseño y arquitectura que atendían a esta premisa: priorizar la faceta de servicio sin abandonar la producción material. Los estudiantes de nuestros talleres adecuaron los carritos de vendedores ambulantes en situación de discapacidad; utilizaron material de reciclaje para co-construir aparatos de ejercicio en casas y espacios de trabajo de algunos celadores; asesoraron por teléfono y con fotos de ida y vuelta a una familia en situación de vulnerabilidad y a cientos de kilómetros para que pudiera construir un muro dentro de una casa en riesgo de colapso. En todos los casos los estudiantes llevaron a la realidad los proyectos de diseño y de arquitectura prestando sus servicios en procesos de co-diseño y co-construcción con los usuarios.

Para la reactivación necesitaremos arquitectura y diseño proactivas y en perspectiva de servicio y esto no significa que la arquitectura y el diseño como las conocemos y con énfasis en la producción material deban desaparecer. Muy por el contrario, la reactivación necesitará más adelante una producción material sustantiva y en una versión mejorada: más sostenible, creativa, recursiva e interdisciplinar. Volverá el tiempo de la emocionante y responsable producción material en arquitectura y en diseño. Ya vemos la siembra de increíbles conceptos y productos en las redes y en la prensa, pero entre tanto necesitamos fortalecer la vocación de servicio en nuestras disciplinas creativas.

Una de las consideraciones de diseño más importantes que los arquitectos residenciales tienen la responsabilidad de abordar es la accesibilidad, asegurando que las personas en situación de discapacidad puedan vivir cómodamente en su propia casa sin impedimentos que bloqueen la funcionalidad básica del hogar. La accesibilidad para usuarios de sillas de ruedas es una preocupación arquitectónica particularmente importante debido a sus requisitos espaciales y materiales, inalterables y necesarios. Debido a que garantizar la comodidad de todos los usuarios, incluidos las personas con discapacidad, es una de las obligaciones esenciales de todos los arquitectos, el diseño para usuarios de sillas de ruedas debe hacerse con la máxima atención y cuidado, especialmente en entornos residenciales. A continuación, delineamos una serie de estrategias para diseñar pisos para la circulación de sillas de ruedas, ayudando a los arquitectos a entregar una máxima comodidad y accesibilidad.

Los pisos residenciales que se adaptan con éxito a usuarios en sillas de ruedas entregan espacio para moverse, rotar y acceder a electrodomésticos y superficies. Por lo tanto, las dimensiones mínimas de ancho y radio de giro reaparecen continuamente en casi todos los aspectos del diseño residencial accesible. Los pasillos abiertos y las circulaciones deben ser continuos, sin obstáculos, reduciendo los cambios bruscos de pendiente y dando preferencia a las transiciones suaves entre las diferentes áreas. Finalmente, los pisos que favorecen la circulación de sillas de ruedas deben estar hechos de materiales antideslizantes, amigables para el uso prolongado de sillas de ruedas.

Rutas accesibles y radios de giro

Según los estándares ADA (American with Disabilities Act), cada unidad de vivienda residencial debe contener al menos una ruta accesible que conecte todos los espacios y elementos para garantizar que los usuarios de sillas de ruedas puedan acceder a todas las funciones de la vivienda. Dichas rutas pueden incluir superficies -caminables- de baja pendiente, rampas, elevadores o plataformas elevadoras. Cada una de estas rutas también requiere de ciertas dimensiones mínimas para facilitar la circulación accesible para sillas de ruedas. Las superficies accesibles deben tener un ancho mínimo de alrededor de 90 cm (36 pulgadas), una pendiente no mayor a la razón 1:20 y una pendiente transversal no mayor a 1:48. Como revisamos en un artículo anterior, aunque 90 cm es el mínimo, un ancho de 150 cm (o 60 pulgadas) adaptara más cómodamente todas las necesidades de accesibilidad. Por supuesto, estos corredores también deben estar libres de obstáculos.

En viviendas con varios pisos, las escaleras obviamente no son accesibles para usuarios de sillas de ruedas. En cambio, los arquitectos pueden incorporar rampas, elevadores o plataformas elevadoras para cumplir con las pautas de la ADA. Al igual que las superficies caminables, el ancho de una rampa debe ser de un mínimo de 90 cm y la pendiente transversal no debe exceder 1:48. Sin embargo, la pendiente máxima de carrera es 1:12, no 1:20. Además, las dimensiones de la cabina del elevador debe tener un mínimo de 100 cm de ancho (42 pulgadas) y cerca de 140 cm de profundidad (54 pulgadas), mientras que los elevadores de plataforma deben tener un mínimo de 75 x 120 cms (30 x 48 pulgadas). Para obtener detalles más específicos sobre cada una de estas opciones, los arquitectos deben consultar las normativas locales.

Las rutas accesibles también deben incorporar radios de giro lo suficientemente anchos para que los usuarios las puedan usar. Para las rutas que giran en 180 grados alrededor de una pared o un objeto, el corredor debe tener un mínimo de 100 cm de ancho, mientras que el área de giro debe tener un mínimo de 120 cm de ancho. Si el corredor tiene solo 90 cm de ancho, el área de giro debe tener un mínimo de 150 cm de ancho. Para las áreas que requieren de giros de menos de 180 grados y utilizan, en su lugar, un espacio de giro circular o en forma de T, el diámetro o el ancho deben ser un mínimo de 150 cm, como se ilustra en detalle en el Capítulo 3 del Estándar ADA 2010.

En resumen, las viviendas con circulaciones adecuadas para sillas de ruedas incorporan al menos una ruta accesible continua que da acceso a todas las áreas de la unidad, que pueden incluir radios de giro específicos para sillas de ruedas o elementos de varios niveles.

Dormitorios

Cada uno de los espacios de la vivienda debe estar diseñado de manera similar, con un amplio espacio para que los usuarios de sillas de ruedas puedan habitarlos cómodamente. Los arquitectos pueden diseñar habitaciones accesibles a través de una serie de pasos relativamente simples. Todas las áreas de giro, como se indicó anteriormente, deben contar con al menos 150 cm de espacio libre; por ejemplo, alrededor de las esquinas de la cama, escritorios o cajones. Nuevamente, todos los corredores deben tener al menos 90 cm de ancho. Por supuesto, vale la pena señalar que las circulaciones no son el único aspecto que se debe considerar. En conjunto, la circulación de las habitaciones individuales seguirá las pautas enumeradas anteriormente, pero los muebles específicos de cada habitación también deben modificarse. En el dormitorio, por ejemplo, los armarios y cajones deben estar diseñados para acomodarse la altura y el alcance de los usuarios de sillas de ruedas. Los armarios diseñados específicamente para deben incluir barras de ropa más bajas, habitualmente alrededor de los 75 cm de alto.

Cocina

Diseñar cocinas excepcionales es una tarea difícil incluso sin tener en cuenta la accesibilidad: los patrones de cocción a menudo son muy elaborados y dependen en gran medida de la circulación rápida entre diferentes electrodomésticos. Los electrodomésticos y los espacios de trabajo de la cocina generalmente presentan requisitos específicos que deben modificarse para acomodar a los usuarios de sillas de ruedas. El primer y más obvio paso es nuevamente ajustar el área de movimiento de la silla de ruedas. Para las cocinas donde los mesones o gabinetes están en lados opuestos, el espacio entre estos dos lados debe ser de un mínimo de 100 cm. Sin embargo, para cocinas en forma de U, con tres lados cerrados, el espacio libre debe ser de 150 cm como mínimo.

Además, la movilidad al interactuar con superficies de trabajo o aparatos específicos también requiere mucha atención. Bajo las superficies de trabajo y de electrodomésticos de la cocina, los arquitectos deben incluir un espacio libre que permita un acercamiento por parte del usuario utilizando su silla. Esto implica dejar un mínimo de 75 x 120 cm de espacio libre en el piso frente a la superficie o el electrodoméstico. Además, este espacio libre debe estar ubicado junto a una ruta accesible. Los métodos para medir tales espacios son muy específicos y pueden incluir o no el espacio debajo de un gabinete o electrodoméstico si está elevado por sobre el suelo. Si los arquitectos eligen incluir este espacio, también deben abordar las pautas de diseño espacial para los pies y las rodillas. Estos espacios requieren sus propios conjuntos de dimensiones para calificar como parte del espacio libre, y estas sección de la normativa debe ser estudiada en detalle. En esta sección también se enumeran más requisitos para electrodomésticos específicos, como lavavajillas, placas de cocción, hornos y refrigeradores.

Al igual que con el dormitorio, los muebles de cocina para usuarios de sillas de ruedas también deben satisfacer ciertos requisitos de altura y alcance. Las superficies de trabajo de la cocina, por ejemplo, deben estar a una altura máxima de 85 cm sobre el suelo.

Baños

Al igual que las cocinas, los baños son otra área de las viviendas que deben seguir requisitos específicos de movilidad y circulación. Para la circulación general, el diámetro de giro de los espacios debe ser nuevamente de 150 cm como mínimo, mientras que los corredores deben tener al menos 90 cm de ancho. Además, cada accesorio, al igual que en las cocinas, debe dejar un espacio libre bajo ellos. Las bañeras accesibles requieren de un espacio mínimo de 75 cm en toda su longitud. Los inodoros requieren de un espacio libre de 150 cm como mínimo desde la pared lateral y 140 cm desde la pared posterior. Además, todos los elementos de un baño accesible para sillas de ruedas, como duchas, bañeras, inodoros y lavamanos, deben incluirse en un único espacio, de modo que los usuarios tengan que viajar a diferentes baños para acceder a cada accesorio.

Para obtener recomendaciones más específicas sobre cómo diseñar los accesorios de baño, especialmente las duchas y los inodoros, que presentan detallados requisitos de asientos y barras de apoyo, puedes revisar –de nuevo– las pautas de la ADA.

Materiales

Todas las rutas y habitaciones accesibles deben tener pisos que sean estables, firmes y antideslizantes, como se describe en el Capítulo 3 del Estándar ADA 2010. Aunque puede parecer menos obvio que los materiales de los pisos son parte esencial de la accesibilidad, los pisos resbaladizos pueden dañar seriamente a los usuarios y sus sillas de ruedas. Los pisos estables, firmes y antideslizantes no se dañan por la fuerza, como el peso de la silla de ruedas, resisten la deformación y tienen suficiente fricción para que puedan usarse de manera segura. Los mejores materiales de piso para estos extremos son pisos de madera sólida o de ingeniería, los pisos vinílicos o los pisos cerámicos. Los pisos de madera sólida son fáciles de mantener y se pueden renovar si se rayan con la circulación de la silla. Además, los acabados raspados a mano o desgastados para pisos de madera pueden aumentar el coeficiente de fricción de la superficie y evitar el deslizamiento. Los pisos vinílicos son menos costosos pero igualmente resistentes al deslizamiento, aunque no pueden repararse si están dañados. Sin embargo, pueden reemplazarse fácil y económicamente. Finalmente, los pisos cerámicos son extremadamente duraderos, y las baldosas antideslizantes con textura son resistentes al deslizamiento y firmes. El tamaño ideal del azulejo para evitar daños es de 5 cm cuadrados.