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Visión 2020 de la Industria de la Construcción

Es innegable que, pese a todos los avances registrados en los últimos tiempos por parte del sector de la construcción en México, éste está pasando por un momento difícil: la excesiva inversión de capital extranjero, fomentada por las leyes regulatorias gubernamentales, la falta de transparencia e informalidad características de este sector hasta hace pocos años, o la privatización de la industria son problemas ampliamente conocidos por cualquier constructor mexicano. Y el licenciado Gustavo Arballo no es ajeno a esta problemática, tal y como muestra en su imprescindible conferencia “Visión 20-20 de la arquitectura de la construcción”, donde con su estilo claro y directo característico presenta las fallas que se han cometido en el pasado, para poder superarlas en un futuro próximo.

Gustavo Arballo Luján, originario de Sonora y licenciado en Contaduría Pública por la Universidad de Guadalajara, es el propietario y director general de una de las mayores empresas de construcción que existen en México, el gigante Maquiobras SA de CV; además, ha sido presidente de la delegación Jalisco en el periodo 2008 – 2010, y actualmente desempeña sus labores como presidente nacional de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción. Gracias a su trayectoria profesional, así como a su experiencia de más de 35 años en el sector de la construcción, es una de las voces preeminentes de la arquitectura en nuestro país.

El sector de la arquitectura es actualmente un valor en alza para la sociedad mexicana: se trata de la cuarta actividad económica que más valor agregado tiene en el PIB, por lo que aproximadamente constituye el 8% de los números globales de producción en México. Además, es la segunda industria con mayor capacidad conservadora y generadora de empleo, con 6,000,000 de puestos de trabajo generados de manera directa y 3,000,000 más de manera indirecta. Sin embargo, como anteriormente se mencionaba, y a pesar de todos los logros conseguidos en los últimos tiempos, desde 2015 el sector de la construcción mexicano ha experimentado un estancamiento. Tomando datos duros, tras 14 meses consecutivos de recesión, se pronosticaba un 5% de crecimiento mínimo para esta industria mientras que, a fines de 2015, el crecimiento experimentado fue de apenas un 2.5%; es a todas luces un dato exiguo, que además está pronosticado se repita a finales de 2016. El licenciado Arballo explica los motivos de este decrecimiento, a la vez que propone algunas soluciones a corto plazo que puedan mejorar las cifras en 2017.

El primer punto caliente expuesto es el crecimiento desmesurado que el sector privado ha experimentado en los últimos años: en tiempos recientes, el 75% del capital se acumula en manos de inversionistas privados, mientras que al sector público le corresponde un 25%. Esta situación no sería negativa por sí misma, si no fuera porque las compañías de construcción extranjeras cuentan con una serie de beneficios que a todas luces son superiores a los de las compañías nacionales, gracias al Plan Nacional de Infraestructuras, que de nacional, o nacionalista, tiene poco, ya que desgasta las empresas propias de México, mientras que impulsa las extranjeras; estas ayudas hicieron entrar en tal crisis al sector mexicano, que se debieron invertir, en 3 años, 50,000,000,000 pesos, procedentes del Mercado de Valores, con el fin de cubrir los recortes y trabas generados por estas leyes malinchistas de gobierno. Cierto es que la expansión de las empresas trasnacionales lleva aparejado un florecimiento del turismo; sin embargo, exponencialmente, el crecimiento en el PIB es mucho menor de lo que sería si se apoyara la industria nacional. Y es que en México queda muchísimo por construir; es una nación joven y de grandes recursos, donde puede y debe haber las mismas oportunidades para propios y ajenos.

De igual forma, tampoco ha ayudado mucho al incremento de este sector el precio del barril de petróleo que, como sabemos, es uno de los principales medidores de la salud económica mundial; 2015 auguraba una bajada en los precios del barril de petróleo, pero ante el recrudecimiento de la situación política en Oriente Medio, los costos se dispararon, produciendo incluso un crecimiento negativo en el sector de la construcción mexicano entre noviembre y diciembre de ese año, lo que agudizó las diferencias en el poder adquisitivo del inversor extranjero frente al nacional.

Para frenar esta desigualdad, que desprotege a los constructores mexicano, Arballo propone una serie de cambios que nos atañen a todos, empezando por la creación de una serie de organismos intermedios entre el Gobierno y los constructores, a fin de que éstos puedan mediar por los intereses de ambos; estos organismos, aparte de la propia Cámara de la Construcción, serían las cámaras, organizaciones y confederaciones, que se convertirían en órganos de consulta para la mejor búsqueda de soluciones. Sin embargo, no todo el problema es del Gobierno, o de la inversión extranjera: para saber en qué estamos fallando, primero que nada debemos observarnos a nosotros mismos, tanto como trabajadores como empresarios. El licenciado señala como principales problemas de la industria mexicana tanto la falta de transparencia, la cual llevó a la creación del Observatorio Mexicano de la Industria de la Construcción (2015), con el fin principal de verificar de cerca los procesos de licitación, así como la falta de regulación e informalidad en el trabajo, el segundo elemento negativo que contribuyó a la necesidad de crear dicho Observatorio.

Pese al panorama descrito con anterioridad, aparentemente poco halagüeño, comienzan a surgir brotes verdes para el sector de la construcción, siendo uno de los más importantes la creación del proyecto “Escuelas al 100”, basado en la reforma educativa: el Gobierno ha planificado la construcción y remodelado de unas 30,000 escuelas a lo largo de todo el territorio nacional; y, pese a que se trata de obras menores, sólo este proyecto puede proporcionar empleo al 50% de las empresas mexicanas dedicadas al mundo de la construcción; se espera además que este proyecto produzca 50,000,000,000 pesos, lo que además no generaría ningún tipo de deuda pública, ya que el acuerdo se hizo en base a una fuente de repago asimilado.

Otra seña de recuperación de nuestra industria, es el giro que se está produciendo hacia dos sectores en alza: el automotriz y las telecomunicaciones, especialmente las compañías de telefonía móvil. Estas alianzas son claves para nuestro negocio, y de su hermanamiento dependerá en gran medida nuestro futuro en meses posteriores. De la misma manera, y buscando el desarrollo tecnológico de nuestra industria, así como su profesionalización para ultimadamente combatir la informalidad antes mencionada, se creó el Instituto tecnológico de la Construcción, hecho para generar profesionales especializados en el sector de la construcción con licenciaturas tales como Ingeniería de la Construcción, Ingeniería Topográfica o la maestría en Administración de la Construcción. Este Instituto, altamente comprometido con las nuevas tecnologías, creó también la tecnología BIM, destinada a sincronizar el trabajo de todos los participantes afiliados a un determinado proyecto de construcción, llegando incluso a crear un diplomado en torno a ello.

Respecto a la complicada cuestión de la transparencia, se han adoptado y normado una serie de protocolos, los cuales fueron en un principio pactados con la SAGARPA y, actualmente, ratificados mediante acuerdo con la Secretaría del Trabajo; de la misma manera, el Observatorio ha seguido avanzando y actualmente trabaja en una plataforma virtual destinada a darle seguimiento a los principales proyectos de construcción que se vayan desarrollando en nuestro país.

Finalmente, aunque no menos importante, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción ha desarrollado dos proyectos que pronostican un crecimiento del sector: los Gibra – E, que son títulos o valores emitidos por fidecomisos que se dedican a la construcción de activos e infraestructura, dedicados a unos mercados específicos y derivados posteriormente a mercados secundarios, que también se beneficiarán en su medida; y los CEPIS (Certificados de Proyectos de Inversión), diseñados en el 2015 y dedicados exclusivamente a las infraestructuras, sólo con los cuales se podría atraer a la economía mexicana entre 100,000,000,000 y 200,000,000,000 pesos anuales.

En definitiva, el profesor Arballo, con su dialéctica ágil y profusamente documentada, nos da una visión global de la difícil situación que está pasando el sector de la construcción en México, así como las herramientas a utilizar para convertir estos brotes verdes que ya comenzaron a surgir en 2015, en un bosque de oportunidades para el sector de la construcción mexicana.

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